En estos cuentos el autor busca retratar la realidad cruda y difícil de los barrios citadinos de Costa Rica, donde la noción del tico como un campesino buena gente y trabajador, ha sido desplazada por las drogas, la prostitución y la inseguridad que viven sus habitantes.
          Proxenetas, adictos, traficantes homicidas y violadores, son los protagonistas de los relatos que intentan ilustrar una realidad existente, pero que le es ajena a la mayoría, que insiste en perpetuar la imagen de antaño de un país rural, ecológico y lleno de personas de buen corazón.